Hay una parte de ti a la que sólo te puedes acercar en sigilo. Hay cuestiones que sólo puedes conocer en silencio.
Hay un conocimiento acerca de ti y acerca de la vida que no puedes ver con la interferencia del ruido exterior y con la de tu propio ruido mental (tus pensamientos, tu ideología, tus recuerdos y tus fantasías).
Si no caes en la seducción de ese ruido crearás pequeños espacios internos en los que podrás tomar consciencia de ti y obtener chispas de contacto con lo que eres, contigo detrás del velo de tus apariencias, con tu verdad, con la verdad.
Iluminarte es encontrarte contigo, es ser capaz de ver la verdad a través de la mentira que se sustenta en tus apariencias.
Es difícil que desarrolles una vida coherente sin saber qué y quién eres, más allá del engaño de los roles con los que te defines y con los que te separas de ti.
Quítate de la cabeza la idea de que practicando puedes llegar a poner la mente en blanco mucho tiempo. Si crees que lo has conseguido es que te has quedado fascinado con tus fantasías, te has quedado dormido. Puedes, en el mejor de los casos, distanciarte y desapasionarte de lo que tienes en tu mente y llegar a ser un observador neutral de lo que piensas.
Si observas cómo pasan tus pensamientos sin tocarte, disminuyes su flujo y puedes interponer un pequeño espacio entre uno y otro. Ese es el espacio que tienes que conquistar, ese es tu espacio. Por ahí entra la Luz. Si creas tu espacio interior lo exterior se acomoda casi solo.
Hay pedazos de tu alma que están creados por palabras y por la importancia que le das a cada una de ellas. Hay otros que están creados por vacío. El silencio genuino trasciende la capacidad limitada de las palabras para explicar los fenómenos más importantes de ti.
Hay un lugar sin palabras y sin tiempo donde siempre estás, donde eres, donde te puedes encontrar contigo, donde te puedes mirar de frente.
¡Un abrazo!
-Jorge Armas Davara
Un abrazo…
Gracias.Otro para ti.