
Hazlo como sea, aunque al principio te tengas que arrastrar y te moleste. La energía se genera con movimiento.
Todo el potencial de tu energía, si no lo desarrollas, si te quedas quieto, te daña. La energía está para ser utilizada, para emplearla y dirigirla tú. Si no lo haces, será ella la que te domine.
Imagina a un caballo de carreras detenido frente a la línea de salida esperando la señal para salir al galope, relinchando, con las pulsaciones a mil, respirando con ansias y con toda la musculatura y la química de cuerpo a punto de estallar…
Si al jinete se le ocurre detenerlo y tratar de mantenerlo en el lugar cuando los demás caballos han salido disparados, puedes imaginar que más pronto que tarde va a perder el control y se convertirá en un juguete del animal. Es más fácil dirigirlo y controlarlo en movimiento.
Cada vez que retienes un impulso interno de algo que sería productivo para ti, de algo que te entusiasma, o basta si quiera que se trate de algo que te conviene, esperando a que otro impulso te ayude, es decir, esperando a que las condiciones sean, supuestamente, más favorables, a estar más animado o a que alguien se haga cargo de tu pereza: error. Sueltas a un animal que corre a sus anchas por las entrañas de tu cuerpo y de tu mente.
No pasa nada por hacerlo una vez, tampoco, dos, pero si tu costumbre es la de no hacer lo que sabes que te va a hacer bien, no te quejes luego si tu vida te la vas complicando y si te encuentras cada vez más desanimado y desilusionado. Creo que sabes de lo que te hablo.
Por eso es conveniente tener algo que hacer y hacer algo, ir construyendo, por pura salud y alegría.
Y ya que nos conviene tener algo que hacer, nadie ha dicho que no sea algo que te guste.
¡Un abrazo muy fuerte!
-Jorge Armas Davara