
Tu problema no son las situaciones que te causan estrés. Tu problema es que no sabes que tu problema es otro.
Tu problema es que no sabes que tienes que mantenerte dentro de tu límite de seguridad. Y tampoco sabes cómo hacerlo. Al traspasarlo solo te queda cubrirte para que la explosión interna de tu cóctel de hormonas no te arrase. Y luego recomponerte a partir de los escombros.
Lo haces con tanta frecuencia que te has acostumbrado, crees que es lo normal. Y para ti lo es.
Creas expectativas que, cuando no se cumplen, te producen una frustración que degenera en impotencia y luego en ira. La ira te descontrola y te pierdes.
No sabes qué dirección tomar porque te olvidaste de tu objetivo inicial. Quizás nunca lo tuviste. Además del enfadado aparece el miedo y te sientes culpable de no sabes qué. Te aburres y renuncias. Te buscas un plan o un amor nuevo que te vuelva a seducir, te alivias por un momento y vuelves a empezar el ciclo.
Ha desaparecido tu juicio, se ha anulado tu intelecto y quedas expuesto a las circunstancias. A merced de algún viento favorable.
Tienes una visión limitada de la realidad porque la interpretas desde tus prejuicios.
Está bien que tengas expectativas, es necesario, pero has de aceptar que quizás no se cumplan. Te olvidas de que hay posibilidades de que no se cumplan y de que no todos los factores dependen de ti. Tampoco conoces todos los factores. Nadie los conoce.
No se trata de controlar el estrés. Se trata de no tenerlo. Necesitas de un esfuerzo, de un trabajo, quizás de alguien que te enseñe.
Tu estrés por los problemas de la vida no se te va a ir cuando soluciones los problemas de tu vida. Siempre tendrás inconvenientes, la vida es así. Se te irá cuando cambies tu enfoque equivocado de la vida.
Tu mente sensible se adhiere a cualquier estímulo y cualquier cosa te parece interesante. Tu interés por tus apegos te tienta como una presión externa, después te seducen y luego sales corriendo tras ellos. Te crees libre por estar haciendo algo para ti, en pos de algo que te alienta, pero te has sumergido en una inercia que te controla. Olvidaste tu libertad para decidir. No actúas, reaccionas.
No aceptas las limitaciones de tus capacidades y de tus conocimientos. No te aceptas a ti mismo. No te respetas. Te exiges más de lo que puedes. Tú mismo te rompes el corazón.
Si aceptas las situaciones como son podrás empezar a cambiarlas. Parece una debilidad, pero es un poder. No te estresarás porque no se ajusten a lo que esperabas, no te dañarás. Aprenderás, progresarás y madurarás.
Lleva tu mente hacia adentro. No te encandiles con fuegos artificiales. Pon tu mente en ti. Ánclate a tu esencia, libérate del sufrimiento, descansa en tu ser.
Un Abrazo.
-Jorge Armas Davara
Muy interesante.
Muchas gracias, un saludo!!