
Al final, tu propia verdad te hará sucumbir.
Tu mente no distingue entre la realidad y cualquier sueño que seas capaz de crear. Queda igual de gratificada si te comes una tarta o si sueñas que la comes, si desprecias tu mentira o si te la tragas. La cuestión es que tú no.
La satisfacción de cualquier necesidad la tienes más a mano conectando solo un par de neuronas que poniéndote a trabajar realmente para llegar adonde quieres. Tu pereza te delata. Tu delirio te condena.
Prefieres alimentar la mentira que encierra la insistencia en tu quimera, que producir en la realidad con tu trabajo y con tu esfuerzo.
Tu capacidad para soportar la incomodidad de tu insatisfacción tiene un límite. Su colapso es cuestión de tiempo. Te quedarás sin opciones y tendrás que darle la bienvenida a la realidad.
¡Un abrazo muy grande!
-Jorge Armas Davara
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