Si no lo intentas no te equivocas

Te equivocas si no lo intentas, y tendrás un pretexto para creerte genial.

Hazlo, aunque no salga como esperabas. ¿Qué es hacerlo mal? Hacerlo mal es no hacerlo, porque no hay opción de corregir ni de aprender.

Si no lo haces seguirás sustentando tu fantasía de omnipotencia, en tu escenario mental darás cabida a cuantos unicornios necesites para alejarte de la verdad.

Si no lo haces creerás que el tiempo no pasa y que sigues teniendo las mismas oportunidades. Confundes no hacer con detener el tiempo. Si sigues en tu pedestal te puedes convertir en una estatua con un corazón de piedra,  que temerás que se llegue a romper.

Cuanto más sostengas tu indecisión más creerás que tienes poder sobre tu destino. Es justo al revés. Intentarlo supone hacerlo, y hacerlo implica el riesgo de tocar la realidad y encontrarte con las cosas como son, no como a ti te gustaría que fueran.

Te dañan más tus falsas creencias sobre la realidad que el daño que te puede hacer la realidad.

No hacerlo te da motivos para seguir vagabundeando con tu mente sin objetivos ni prioridades y con argumentos para no comprometerte contigo. Ten en cuenta que tu vida es un reflejo de como piensas.

Alimentas el conflicto interno entre lo que los demás puedan evaluar de lo que dices y haces, y lo que sospechas que te sacaría de tu prisión. Le das demasiada importancia a lo que cualquiera pueda pensar. “Los demás” eres tú sin madurar.

Estás más ocupado en la apariencia que te quieres mostrar a ti mismo que en tu bienestar.

Te distrae cualquier propuesta que te asegure seguir mirando para otro lado, buscando alguna satisfacción que te libere momentáneamente de tu frustración, con lo primero que pase por delante de tus ojos.

Tu error consiste en la ignorancia que tienes acerca del camino de tu propia felicidad. Lo llamas oscuridad, pero es desconocimiento de ti.

Recuerda que nadie te puede dar lo que tú no te das. Se empieza por uno mismo.

¡Abrazos!

 

-Jorge Armas Davara