
Si tienes definida la meta, el camino es lo que hay entre ella y tú, solo queda avanzar.
El camino es, por definición, lo que tienes entre el objetivo y tú. Si hay meta hay camino. Haz un plan que te valga lo suficiente, no hace falta que demasiado, no es la parte principal, lo primordial es recorrelo.
Si no tienes claras tus metas no distingues una propuesta interesante de otra que no lo es. Le das a todo el mismo valor, te deslumbra cualquier artificio, te entregas a cualquier causa y defiendes cualquier resultado, te frustra cualquier obstáculo y te conviertes en cualquiera que no eres tú.
Si tienes claras tus metas, pero dudas de tus pasos, lo que te pasa es que no sabes decir que no. Ni sabes decirte que sí. Te falta la fuerza interior para que no te importe lo que los demás puedan pensar de ti, y la fuerza interior para que te importe lo que tú piensas de ti.
Si tienes claro adónde vas es que sabes que hacia donde te encaminas te hace crecer, te permite compartir y además te divierte, los tres pilares del bienestar del ser humano. Si falta alguno algo te falta. Si los tres se reúnen en uno, el producto es exponencial.
Diviértete, mejora y gana, alégrate de que otros también disfruten y crezcan con lo que haces, todo junto en la actividad en la que más tiempo inviertes al día. Sí, ya, pero ahora vuelve a leerlo despacio.
Habrás creado tu don, habrás inventado tu vida.
¡Un fuerte abrazo!
-Jorge Armas Davara