Nací en Santa Cruz de Tenerife en 1969. En las primeras imágenes que tengo de mi infancia, me recuerdo entusiasmado preguntando a mis padres y a los mayores por el alma de las cosas y los seres. Fue la primera palabra impactante que conocí.
He hecho de mi pasión mi trabajo,
y de mi trabajo mi pasión.
Fui un niño al que ahora etiquetarían de hiperactivo; yo lo llamaría apasionado (con el tiempo aprendí a manejar ese ímpetu, ahora soy un hiperactivo tranquilo. Siempre estoy haciendo algo, pero con tranquilidad).
Quería algo más que las explicaciones que obtenía. A los tres años ya le había dado algún susto a mis padres porque había decidido descubrir qué había más allá de los límites visibles, aventurándome a perseguir el horizonte para ver qué encontraba al llegar a aquella línea, siguiendo a cualquier persona por la calle que desprendía una energía diferente, o tratando de capturar en una cajita de cartón el olor de las mariposas…
Me llamaba la atención que los seres más nobles de la naturaleza rehuían instintivamente del hombre.
Muchas de mis actividades estaban vinculadas con la inquietud de tratar de entender qué procesos se encontraban detrás de las actitudes humanas y qué energías, evidentes y no tanto, las movían. Supongo que alguna vez a todos nos interesó alguna cuestión en este sentido, pero a mí me fascinaba conocer al ser humano y su relación con el mundo.
Pronto me di cuenta de que si seguía por el fácil e incómodo camino de la convencionalidad solo conseguiría respuestas convencionales, y que para desentrañar los misterios del alma tendría que avanzar por caminos que, para mí, en aquella edad, no estaban señalizados.
Fui un niño de comportamiento, quizás, aparentemente normal, jugaba con mis amigos a todo lo que me proponían, como el que más, pero luego, lo que de verdad me interesaba era la observación y la investigación.
Recordemos que no existía Google.
Esas largas horas apasionadas crearon una base de valor incalculable, infinito, para el desarrollo de mis investigaciones científicas posteriores. Nadie puede observar sin prejuicios y con la atención tan limpia, como un niño que mira los fenómenos por primera vez y saca sus inteligentes conclusiones.
Profesionalmente soy psicoterapeuta.
Desde el lado formal de la ciencia soy psicoanalista y licenciado en Ciencias Políticas y Sociología.
Atiendo clientes en mi consulta a los que ayudo y acompaño en el proceso de desentrañar, aceptar y superar las dificultades más profundas e inconfesables que les impiden llegar a ser la persona que anhelan ser.
En mi afán por abarcar más conocimiento y obtener más registros me formé como actor y terminé trabajando en varios proyectos teatrales y cinematográficos. Por un lado, conocí algunos resortes que mueven el comportamiento que difícilmente se pueden aprender de otra manera; y por otro, confirmé, una vez más, que el ego es el mayor enemigo del crecimiento personal.
A lo largo de mi recorrido he aprendido, manejo y aplico, varias disciplinas mal llamadas «alternativas». Algunas de ellas las enseño.
Entiendo y enseño que el concepto de salud va vinculado a la relación con tu propia naturaleza, pero la de verdad, la íntima, que la enfermedad tiene que ver con la distancia a la que te encuentres de ti, de tu propia esencia.
Y la enfermedad también tiene que ver con la distancia que hayas puesto entre tú y la otra naturaleza (que no es otra), me refiero a la naturaleza física, que, en el fondo, lo creas o no, hay una parte tuya que late al pulso de los árboles y del mar.

Me gusta hacer deporte a diario, porque el trabajo espiritual o de crecimiento personal, llámalo como tú quieras, no puede desatender el todo que somos. Hay cosas de tu ser que no puedes entender si no mueves y controlas el cuerpo.
“Mejor vivir”, “Cúrate el alma” y “Sobre el amor y la vida” son, por ahora, mis publicaciones. El mayor interés y motivación con que escribo mis libros es el de regalarte lo que he aprendido por si te puede ser útil para tu vida. Siento una inmensa alegría cuando así ocurre.
He hecho de mi pasión mi trabajo, y de mi trabajo mi pasión.
Practico y entiendo que el proceso de crecimiento personal es ilimitado y utilizo cotidianamente técnicas específicas de autoconocimiento y auto-transformación.
– Jorge Armas Davara